domingo

esperando la caida

  1. exprimes mentes,sacudes conciencias, manchas pieles con sangre y escupes cianuro. eres la soga que rodea mi cuello y me asfixia, eres la pistola en mis manos y la bala que se dispara, eres el veneno deslizándose por mi garganta, eres el décimo piso y el paso que doy a la nada. me matas. me mato. eres asesino de conciencias y voluntades. no puedo contigo, no puedo conmigo.

sábado

arác.nido


Soy una araña. Te envolveré en mis tejidos de hilo pegajoso y te atare a mi. Puedo sentir tu cuerpo muy cercano al mio y hasta ahora no has hecho nada para liberarte. ¿Me temes? No. Temes estar lejos de mi. Temes ser libre. Temes ser y estar. No cuestionare tus actitudes. No me incumbe, tampoco me importa. Dejaré de ser esa extraña peluda de colores oscuros que subía por tus brazos y te aterrorizaba de golpe. Jamas quise serlo pero en eso me convertí y hasta hace poco me creía incapaz de volver a ser quien era antes. ¿Por qué sigues ahí? ¿Por qué ya no te mueves ni un poquito? ¿Es el veneno? ¿Será el veneno? mi veneno ¿Amarte? ¿Odiarte? ¿Cuál te afecta más? Me detestas y entonces empiezas a moverte, dentro de ti tus órganos se pudren y tu cuerpo emite un olor asquerosamente agradable. Te amo. No lo puedo evitar, no puedo evitarte, tampoco evitarme. De mis poros caen gotas de sudor y de mis ojos gotas de dolor. ¿Qué tan incomodo te resulta esto? A mi ya no me gusta nada. Muerdo, pincho, clavo, lamo, saboreo, trago, te sigo amando.

Sigo siendo la misma araña solo más gorda y más lastimada.

domingo

mamarracho rasmillado

mamarracho.

(Del ár. hisp. *muharráǧ o *muharríǧ, y este del ár. muharriǧ, bufón).

1. m. coloq. Persona o cosa defectuosa, ridícula o extravagante.

2. m. coloq. Cosa imperfecta.

3. m. coloq. Hombre informal, no merecedor de respeto.

rasmillar.

(De rezmila, garduña).

1. tr. Bol., Chile y Ec. Arañar ligeramente.


Cortadas de papel

Solo el dolor nos hace consientes de la herida, cuando el dolor se va, pensamos que le herida también y si nos descuidamos, la herida sangra de nuevo.

Vuelve el dolor, vuelve la herida.

La sangre que brota de adentro –y aunque nunca supe que tanto- no nos deja ver le herida, la cubre y al ver la sangre somos consientes de la herida aun sin verla.