sábado

Quisiera ser amiga de un mago.


Quisiera que mis amigos me presenten a un amigo de ellos que es mago.
Y quisiera ser su amiga.

Quisiera que haga trucos todo el tiempo, en medio de conversaciones y comidas, en la mitad de un viaje a pie o a punto de quedarme dormida en el sillón de su casa. Quisiera que un mago fuera amigo mío. Que no se canse de hacer trucos para mi porque yo nunca me voy a cansar de verlos o de sorprenderme. Nunca me voy a cansar de que siempre adivine la carta en la que estoy pensando o de que en mis manos aparezcan dos pelotas en lugar de la única que puso al principio. Nunca me voy a cansar del humo y de las luces, de andar por la ciudad visitando los semáforos y los postes de las esquinas, de saltar las gritas y acordarnos de cada símbolo lleno de mística que flota sobre la ciudad. Nunca me voy a cansar de que me enseñe viejos juegos, ni de los chistes, las apariciones y los misterios forzados. Tampoco me cansaré de los otros espectadores, ni siquiera de los que no dejan propina, nunca me cansaré de los otros amigos magos o de sus trucos sin magia. No me casaré de los intentos fallidos, de las ilusiones visibles y los hilos negros y transparentes. No me cansaré de los días sin magia porque son necesarios para que la magia exista de nuevo. Nunca me voy a cansar de ser magia con el, de ser las mariposas de papel que vuelan y revolotean, de ser el objeto encontrado al fondo de una caja claramente vacía. 

domingo

Hay que ser realistas, de vez en cuando...