Hoy te vi, no soy de las personas a las que les gusta mirar a
través de la cortina pero en tu caso hice una excepción. La
ventana es amplia y estoy casi seguro de que tú me viste
también. Caminabas con la cabeza abajo, un poco encorvada y con
tu mirada hostil y desafiante; pasos largos y rápidos
esquivando, como siempre, las grietas y líneas en el asfalto.
Dos personas venían en dirección contraria a la tuya y sabia que
no te moverías ni un centímetro de tu camino, separaste las
manos sudorosas e hiciste que pasen por tu derecha e izquierda
respectivamente. Honestamente creo que fue lo mejor, descarados,
caminaban por la calle como si los demás también estuvieran tan
enamorados como ellos. Seguiste caminando siempre a ese ritmo
imposible de seguir y tú y tus malditas piernas largas me tenían
inquieto y tembloroso, pasaste bajo mi ventana y cambiaste tu
rumbo delicadamente. Justo a tiempo para cruzar la calle.
miércoles
para cruzar la calle
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